miércoles, 21 de agosto de 2013

El Gato Montés

Mis queridos paisanos y amigos, por alguno de mis escritos sois conocedores de mi afición por el bel canto. Estos últimos días he estado nuevamente escuchando y estudiando la ópera cuyo nombre lleva el título de este escrito y cuyo autor es el maestro Manuel Penella Moreno. Utilizo lo de estudiar, porque, como en otras me gusta introducirme hasta el interior de sus entrañas. La obra es una de nuestro repertorio español que, dada su singularidad, hace que sea diferente y, en una sola palabra, nuestra, tan nuestra, que en varios momentos hace que nos sintamos dentro de ella.

Dados esos momentos y emociones pasadas, lo primero que se me ocurrió fue preparar un relato sobre la misma y plasmarlo, sin más, en este cuaderno, pensando que seguramente pueda haceros partícipes de estos momentos tan agradablemente sentidos y, además, vividos con intensidad.

En un principio, pensé escribiros la referencia del disco, pero luego he creído conveniente colocaros la carátula del CD, que, si os dais cuenta, tiene un platel de primera línea.

También quiero haceros saber que esta ópera la lleva Plácido Domingo en su repertorio y allá donde la representa, el éxito esta asegurado.

Sinopsis de El Gato Montés

Acto primero

1. En el cortijo espera Soleá al torero Rafael, lo comenta con su madre Frasquita, dice que viene herío según un telegrama recibido, pero que no ha sido na. Soleá  lo quiere “má q´a la lú der día”… Entra el padre Antón con su saludo “Ave, María Purísima”, preguntando “¿cuándo yega mi ahijao?” e indicando “ya he sabío q´en Madrí, hasta en hombro lo han sacao”. Tiene mucho salero, porque a él en su bautizo éste se me vorcó.

2. Llega Rafael, la gente le aclama y éste canta: “¡Maresita! ¡Soleá!...”. Rafael y Soleá quieren besarse, pero Hormigón, separándoles, dice: “¡Niño¡ ¡Q´hay vesita¡ Deja eso p’a despué!”. Saluda a todos sus amigos y Hormigón continúa: “Señore, un momento, q`e os voy a presentá ar nuevo menumento”, (señalando a Rafael)... Continúan hablando y entre él, Rafael y el padre Antón narran a todos la feliz corrida: “¡Que viva el gran mataó!”. Rafael y Soleá se acarician, luego Rafael pide una caña de mansaniya, mientras todos solicitan: “¡Empiese la juerga y venga jaleo!”.

3. Aparece la gitana: “¡Salu p´a la gente güena…”.Pide permiso a la pareja  para unirse a la juerga, se lo conceden y llama a los gitanillos. Más tarde ésta quiere leer la güena ventura a Rafael, Soleá no quiere, pues tiene mieo, pero... la primera raya le marca triunfos y riquezas, más tarde se cruzará de un hombre en su camino, pero no habrá que temerle si no se le hace caso… Luego descubre otra, que está rota y retorsía y le previene que no se arrime al toro porque puede encontrar la muerte. La gente quea muy triste, pero afirma haber dicho la verdá. Rafael insiste que delante de los toros la cara nunca se debe volver. Con la gente otra vez contenta, la juerga y el jaleo continúa.

4. Rafael canta “Soleá, toma esa caña de masaniya, bebamo junto que sabé quiero lo secretiyo de mi chiquiya…”. “Pué voy a bebé, y tós mi secretos lo va tu a sabé…”. Aparece el Gato, que baja de la sierra junto con tres bandidos. Serio dice: “¡Güena  tarde!”… “D´aquí no se marche nadie…!. Se dirige a Rafael, luego a Soleá y entonces se produce una disputa entre los tres. Rafael pide a Soleá explicación, ella contesta: “¡No sé na!”. Pero el Gato ruega que le diga que lo quiere.

5. El Gato insiste, para finalizar: “¡…mía o de naide ha de sé!”… “¡por ella maté a un hombre y fui a la carse, y me jugué la vía por libertarme, por verla me eché ar monte y soy  bandío…!”. “Cómo he de orvidarla si pa ella solo he vivío...”. Hormigón y la gente le piden que huya a la sierra. El Gato se va.

6. Soleá, cantando, le cuenta al padre Antón en secreto de confesión: “Junto, dende chavaliyo por la carretera íbamo lo do, libre como pajariyo que vuelan a la volunta de Dio. Er me quiso y yo le quise... A un gachó que me quería cara a cara, lo mató…”.

7. Se despiden Hormigón y Rafael asegurándole éste que el jueves estará en Sevilla, enviando un saludo a la cuadrilla. Soleá y Rafael vuelven a entablar conservación y se observa cómo el amor y el cariño van incrementándose, para terminar cantando: “Siempre así, siempre así”. Un pastorcillo canta una copla: “A una gitaniya quiero y esa gitaniya é mía, er que quitármela  quiera tiene pena de vía”. Rafael pregunta a Soleá: “¿quién canta esa copla?”. A lo que ella le contesta: “no lo sé”. Eso no le gustó a  Rafael y se enfureció. Aparece nuevamente el Gato, busca disputa, pero no llega a luchar porque Soleá quita el cuchillo a Rafael y lo arroja a un pozo. El Gato amenaza a Rafael diciéndole: “O dejas a esa mujer o juro que he de matarte”. Rafael le contesta que mientras viva, esa mujer “será siempre mía”. Pero el Gato, antes de marcharse, le recuerda: “En Seviya er domingo mata sei toro en la corría. Macareno (como llamaban a Rafael en el mundo taurino), q´e te lo juro por mi queré, q´e si elante d´un toro tú no te deja coge, ande t´encuentre te mato, lo juro por esa mujé”. Ahora conversan Soleá y Rafael, Frasquita sale del cortijo y, abrazándose a su hijo, éste canta: “¡Maresita!. ¡Aquí está la única verdá en la vía! ¡Esa sí q´e e la verdá!”.

Acto segundo

1. Preludio.

2. Rafael, ya en Sevilla,  se está preparando para la corrida. En ese momento está en el balcón observando el típico patio andaluz, se encuentra contento y optimista y canta: “¡Vaya una tarde bonita, q´e jase pa toreá!, bendita sea mi Andalusía!”. No puede ponerse la corbata y le dice a Soleá que le haga el nudo con sus manitas de plata. Al comenzar, Rafael le besa las manos, ella se molesta y Rafael contesta: “te he besao como besan lo pie de Cristo crusificao”. Pero terminado de hacerlo, le vuelve a decir: “No me pueo aguantá, ¡toma!”, y la besa en la frente, a lo que ella contesta: “Ahora me va desí q´ha besao a Santa Rita”. Rafael, abrazándola, canta: “¡Que grasiosa e mi  gitana! ¡Que presiosa! ¡Que bonita!”, para decirse una vez más que se quieren y cantan el famoso pasodoble que lleva el nombre de la ópera, El Gato Montés: “¡Tuyo!, ¡si!, torero quiero se, y a torea p´a ti, q´e yo por ti, gitana mía, elante de lo toro me juego la vía”.

3. Aparece por el patio Hormigón, que ha visto a los miuras y le dice a Rafael: “¡Son sei catedrale”. Continúan hablando y seguidamente Rafael va a arreglarse. Mientras Hormigón le pide a Soleá que le prepare una mansaniya, se la bebe y dice: “Si no fuera por er vino no sardría yo a picá”. Entonces Soleá le cuenta cómo Juanillo -nombre del Gato Montés-, jurando por su queré, le dijo a Rafael: “si no te dejas coje por un toro, ande te encuentre, te mato”. Entonces Hormigón se da cuenta: “Aqueya gitana tenía razón”. Siguió Soleá diciendo, “Fue una profesía”. Contestando Hormigón: “¡O una mardisión”. Su madre de esto no sabe nada. A Rafael se le nota preocupación y canta: “No t´apure tú, chiquilla, mañana en toa Sevilla s´hablará der Macareno”. Llega el padre Antón y con él se animan unos a otros. Rafael pide un beso a Soleá, se abrazan, se besan y... adió. Soleá implora a la Virgen y se abraza a Frasquita.

4. Intermedio.

5. La plaza está llena a reventá y Rafael tiene muchas ganas de torear. Reúne a los peones, los saluda y les dice que cada uno cumpla con su obligación. Hormigón le dice que Soleá le ha contado toda la verdad y le pregunta: “dime qué piensa tú  hase”. A lo que Rafael le contesta: “¿Y tú me lo pegunta? ¡Yo jago en toa parte lo q´e mi obligación!”. A lo que Hormigón le responde: “Está bien, pero esa amenasa  del Gato Montés...”. Rafael, sonriendo, le dice: “Ríete tú de esa amenasa, er no conose a Rafael. Yo despacho sei toro y aluego matarlo a er”. Se va a rezar.

6º. Reza: “Seño, q´e no me farte er való, que sea er q´he sido siempre, eso e lo que pio yo…”. Llega el padre Antón y Hormigón aprovecha para irse también a rezar. El cura mira por el agujero de la cerradura: Hormigón hace como que reza un instante, luego saca un pañuelo, lo empapa en la pililla y lo estruja en la cabeza, así durante tres veces.

7. Se presenta el Alguacilillo diciendo: “Señó maestro, la hora e ya”. Se arma el revuelo natural y propio el momento, y entonces  se colocan detrás del Alguacil los monosabios, luego la cuadrilla del torero y le siguen a éstos los picadores a caballo. Se despiden de los acompañantes y amigos para comenzar a salir al ruedo.

8. Suena el famoso pasodoble “El Gato Montés”. La corrida ha comenzado, el maestro se marca unas verónicas y se oyen los olés. Entre música y aplausos crece el entusiasmo. Se presentan en la plaza Frasquita y Soleá. Ésta le ha contado a Frasquita toda la verdad y lo comentan con Hormigón, que, después de escuchar a ambas, las invita a que entren en la capilla. Pero ellas se niegan, prefieren ir a ver la faena, a lo que les dice: “q´hoy er niño está sembrao”. Música. Otra vez suena el pasodoble y luego gritos: el Macareno ha sido cogido. Ya en la enfermería y antes de morir, como un grito, dijo: “¡Maresita!” Soleá lo ve y... cae desmayada en brazos de Hormigón.

Acto tercero

9. Música. Soleá también ha muerto. Se ha hecho de noche, la luna brilla y el padre Antón dice: “La mató el doló, pobre gitanilla, que de pena murió”. Ahora yace en la cámara mortuoria. Están sentadas  Frasquita, Lolilla y una vieja. El padre Antón, vestido con sotana y bonete, espera que llegue Hormigón y cuando éste se presenta dice: “¡Qué bonita está!, parece una Virgensita!”. Pero nuevamente se marcha diciendo que se va al pueblo a arreglar esa cuestión.

10. Llega la gitana y los gitanillos con flores y cantan: “Ahí la tenéi  muertesita por la pena de yorá a su Rafaé”. Aparece por la puerta el Gato Montés, que escucha esta canción y furioso dice: “¡Mentira!”. Los gitanillos huyen y los demás quedan aterrados, pero él dice: “¡vengo a llorá!”. La gente le indica que se vaya, pero contesta que o lo sacan con ella o no se mueve de allí. Pero… en un momento de descuido, entra en la cámara y se lleva en brazos a Soleá.

11. Ya en su cueva canta: “Solea, ya no me quea na en er mundo”. Llega Pezuño y le avisa que viene la gente de la cortija, pero él no quiere abandonar la guarida. Hormigón y los acompañantes cantan: “Gato Monte, ya no t´escapa”. Y responde: “aquí estoy p´a entregarme”. Les arroja su cuchillo. Nada se mueve. Entonces el Gato ordena a Pezuño que le dispare al corazón. Éste lo hace y Juanillo, el  Gato Montés, queda herido de muerte. Se acerca como puede a Soleá, la toma con sus manos y queda unido a ella para siempre.


martes, 20 de agosto de 2013

Tres eventos en el día de la fiesta de verano en Valdelageve

Primero: reorganizar y mejorar la biblioteca de nuestro pueblo. Fue todo un éxito.

Segundo: la fiesta comenzó al son de la “Diana Floreada” que puse, tocada y cantada por El Mariquelo desde la megafonía del ayuntamiento. A continuación canté las canciones -como es costumbre, a capella- “El Perantón de Vadelageve” y
“Pueblito mi Pueblo”, ésta última, una canción muy bonita, delicada y emotiva que viene muy bien para estos momentos. Seguidamente salió la procesión presidida por la Virgen de Fátima y dirigida por don Pedro Calama, todo ello con el tañido del volteo de la campana y de los cánticos de todos los gevatos en honor a la Virgen. Terminada ésta y ya solo con el acompañamiento de nuestras voces se hizo la ofrenda. Después la imagen se colocó en un lugar preferente de la iglesia y el señor párroco comenzó a decir la Santa Misa, que, como siempre, estuvo lleva de fervor y no solo por el día, sino por la fuerte devoción que imprime con sus palabras don Pedro a
pesar de su edad. Esta vez hubo un pequeño cambio: la misa castellana no se cantó, siendo suplida por otras canciones. Seguidamente, al salir de la iglesia, hicimos las visitas oportunas, hablamos con todos los vecinos que nos encontramos por las calles, para al final darnos cita en el bar y desde allí reunirnos a comer en unión de todos los seres más queridos. Las fiestas duraron, como es costumbre, los días 10 y 11 de agosto, sin que faltasen la música y los bailes.

Tercero, dar a conocer la inauguración de una gran y hermosa Casa Rural, sita en la zona denominada Los
Ventorros, que, como podréis daros cuenta, sólo por el nombre es el lugar más alto del pueblo y desde donde se divisan las mejores vistas. La casa estaba ocupada, por lo que no pude acceder a ella. Os facilito la página web: www.anidarural.es; y el correo electrónico de Julián y Rosa, sus propietarios: reservas@anidarural.es  


Mis queridos y siempre respetados paisanos y amigos, de esta manera tan sencilla, pero llena de cariño, termino de contaros parte de lo acontecido en el primer día de la fiesta de San Lorenzo, el 10 de agosto de 2013.

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado).

Nueva dirección del bar en Valdelageve

Después de más de un año sin ir por mi pueblo -y no penséis que por dejadez ni pereza, sino por motivos de salud- el día 4 de julio me presenté en él y me encuentro con que el bar tiene una nueva dirección desde primeros de mayo de este año. El nuevo gerente es Alejandro González Martín, gevato de nacimiento, pero que, como otros tantos, tuvo que emigrar fuera de su entorno querido. Ahora ha regresado al pueblo que lo vio nacer y, como él dice, en el que pasó los mejores años de su vida.

La verdad es que este establecimiento ha sufrido un cambio bastante bueno y para muestra sólo hace falta que os fijéis en las fotografías.  ¡Qué mariscada se pegaron no sólo los señores que figuran en ellas,  sino alguno más que falta!

Viendo lo visto y hablando con Alejandro, persona
campechana y alegre, parece ser que  su especialidad principal es cualquier tipo de  carne asada, lo que no quita que continúe preparando, si es menester, el famoso conejo al estilo Valdelageve.


Para ponerse en contacto con él podéis llamarle por teléfono al móvil 699  053 376. 

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado).

lunes, 29 de julio de 2013

En reconocimiento a todas la madres de Valdelageve

Me ha gustado tanto el boceto de Fray Ramón Ángel Jara dedicado a “una madre”, que no he dudado ni un instante en dedicárselo a todas las madres gevatas, ya que han sido y siguen siendo fieles exponentes de lo que es verdaderamente un ser tan especial. No sólo por las horas que dedican para cumplir con esa labor tan entrañable e íntima, sino que también sacan tiempo para atender a los trabajos y necesidades del medio rural, lo que hace que su misión sea aun más encomiable.


Boceto del retrato de una madre

Hay una mujer que tiene algo de Dios, por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.

Hay una mujer que, siendo joven, tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud.

Hay una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida, se acomoda a la simplicidad de los niños.

Hay una mujer que, siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud.

Hay una mujer que, siendo vigorosa, se estremece con el vagido de un niño, y siendo débil, se reviste a veces con la bravura de un león.

Hay una mujer que, mientras vive, no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero, después de muerta, daríamos todo lo que somos y lo que tenemos por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios. De esta mujer no me exijáis el nombre, si no queréis que empape con lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar por mi camino.

Cuando crezcan vuestros hijos, leedles estas páginas y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero, en pago de suntuoso hospedaje recibido, ha dejado para vos y para ellos un boceto del retrato de su madre.

Fray Ramón Ángel Jara

Algunas enfermedades y remedios caseros utilizados en Valdelageve por nuestros ancestros

En ausencia de recursos médicos hizo que en mi pueblo se utilizasen las plantas como remedio de curación para tratar las enfermedades más comunes, de las cuales he recogido información, así como de las heridas, picaduras, etc., y que ahora transcribo.

Boca, inflamación de: gargarismos de infusión de manzanilla.

Cabeza, dolores de: se ponía un paño empapado en aguardiente en la frente.

Anginas: infusiones de agua de eucalipto, tomillo, romero. También, haciendo gargarismos de agua con sal.

Bronquitis: se preparaba un jarabe con una cucharada de miel o de azúcar hecha almíbar, medio litro de leche, un puñado de orégano, tomillo y de 3 a 5 higos secos (éstos, siempre que fuesen impares), en algunos casos una manzana pelada y troceada, y luego se hervía todo junto, después se colaba y se tomaban 3 ó 4 tazas al día. También eran muy importantes los vahos de eucalipto.

Catarros: infusiones de tomillo y romero. Vahos de eucalipto.

Tos: una o dos zanahorias raspadas y cortadas en rodajas finas; éstas se metían en una taza de porcelana, luego se cubrían con el zumo de uno o dos limones bien colados y dos cucharadas de miel, y se dejaban macerar dos horas; luego se tomaba una cucharada cuando apareciese la tos.

Ronquera: el mismo jarabe que para la tos. También infusiones de tomillo y orégano.

Diarrea: ponían sobre un paño unas hojas de gordolobo, de tal manera que la parte de atrás de las hojas quedaran colocadas en el ano. También agua de arroz cocido, al que se añadía zumo de limón.

Diviesos, forúnculos: colocaban una hoja de la planta siempreviva (o curalotodo, como también la conocen) sobre el grano, no sin antes quitarle la telilla de la parte interior; luego se sujetaba con un trapo, haciendo las veces de venda; a los pocos días éste estaba abierto y limpio de las impurezas. También utilizaban higos cocidos, que se abrían y se colocaban sobre el divieso.

Empacho: se enjabonaba muy bien un paño de lienzo casero con el jabón hecho en casa, luego se empapaba con aguardiente y se colocaba sobre el estómago; el paciente notaba como si fuego saliese del órgano; más tarde los dolores iban cediendo hasta lograr definitivamente su desaparición.

Estreñimiento: echaban agua caliente en un orinal y se sentaban, para que de esa forma tomaran vahos por el ano; esta operación la hacían 2, 3 ó 4 veces al día. También ponían una irrigación de agua de eucalipto. Muy común era tomar un par de cucharadas de aceite de oliva en ayunas.

Intestino, dolores de: colocaban linaza remojada sobre la zona afectada.

Fiebre: se ponían paños de agua fría en la frente. También tomaban infusiones de manzanilla, romero, grama…

Gases: en ayunas comían un diente de ajo cortado en láminas. Incluso comían un trozo de pan tostado en el cual se restregaba un diente de ajo. No faltaban infusiones de manzanilla, tomillo y anís.

Gripe: lo mejor era acostarse con los primeros síntomas y tomar cada dos horas una taza de infusión de eucalipto, tomillo y grama. Me han dicho también que la leche caliente con miel era muy importante, pues hacía sudar y con el sudor salía el mal.

Heridas: para limpiarlas y tener luego una cicatrización perfecta, cocían flores de malvas, con las que hacían una cataplasma que se colocaba sobre aquéllas. Más recientemente usaban hojas de siempreviva o curalotodo, planta desinfectante y también cicatrizante, a la que quitaban la piel interior colocando una o más hojas sobre la herida. Otras veces cocían varias hojas y con esa misma agua las lavaban.

Hemorragias vaginales: eran infalibles las infusiones de agua de ortigas.

Hemorroides, almorranas: en un paño mojado con agua fría ponían unas hojas de siempreviva, aplicándolas sobre la zona.

Mastitis: se colocaban fomentos de hojas de malvas calientes sobre el pecho. Otras veces hacían lo mismo con naranjas cocidas.

Muelas, dolores de: se hacían vahos de beleño; dicen que así salían los bichos de las muelas infectadas. Los fomentos de saúco también eran efectivos; la hierba se colocaba entre dos paños humedecidos con agua caliente y se aplicaba en la zona afectada. Muy socorrido era poner un poco de aguardiente en la muela, que quedaba un poco anestesiada.

Oído, dolor de: metían en el oído un trocito de tela impregnada de aceite de oliva de su cosecha.

Ojos, afecciones oculares: se hacía una infusión de flores, principalmente de saúco o en su lugar de manzanilla, luego empapaban un trapito y lo pasaban suavemente por los párpados, dejándolo un ratito sobre los mismos para que el líquido se introdujese en su interior.

Difteria: se quemaban en un recipiente hierbas olorosas, como tomillo, orégano, poleo, romero, etc.; después se colocaba encima una especie de cañón de chimenea por donde salía el humo, que a su vez era aspirado por el enfermo.

Fiebres tifoideas: metían desnudo al enfermo en el pozo de agua fría sito en la plaza que lleva su nombre. En otras ocasiones traían agua del manantial de La Galga, sito en la zona que lleva ese mismo nombre y cuyo color era blanquecina y, al parecer, tenía unas propiedades especiales; la echaban en un baño de zinc y metían allí a la persona enferma.

Paludismo: se utilizaba el mismo tratamiento de la difteria. Otras veces se aplicaban fomentos de mostaza sobre el pecho y espalda, que producían mucho picor, pero el resultado era bastante eficaz.

Panadizos: cataplasma de cebolla frita con aceite de oliva.

Picaduras de abejas y avispas: siempre aplicaban aceite pura de oliva de su cosecha.

Quemaduras: utilizaban agua con mucho jabón casero.

Riñones, dolores de: infusiones de grama.

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)



lunes, 1 de abril de 2013

Un triste día más para los vecinos de Valdelageve: ha muerto Marcelino Monforte Sánchez

El día 2 de febrero falleció nuestro querido paisano Marcelino Monforte Sánchez.

Muchos de vosotros vais a preguntaros: ¿cómo es que Juan-Miguel tiene esta deferencia con Marcelino, cuando nunca la tuvo con otras personas? Lo he creído conveniente así, ya que mi deseo es continuar con la saga de Félix Monforte Chorro, al que casi todos conocisteis en persona. ¿Y quién no lo tiene en su mente después de haber leído en este cuaderno el ensayo “¿Quién fue “mi Vaquerillo” de Gabriel y Galán?

He querido, pues, recordar el nombre de un hijo, ya que no debería desaparecer, al menos de este cuaderno, el recuerdo del protagonista de uno de los poemas de Gabriel y Galán, ese personaje que siempre vivió en la sombra del insigne poeta.

Sí, mis queridos amigos, el bueno de Marcelino -porque lo era y fue el más parecido a su padre- nació el día 26 de abril de 1920 en la isla caribeña de Cuba, de ahí que últimamente, con esa sonrisa que siempre le caracterizó y esa cara de bonachón que siempre reflejó, me dijera: “Juan-Miguel, yo no soy gevato”. A lo que yo le respondía: “Marcelino, no me hagas reír. ¡Si tú eres un gevato de pura cepa al igual que yo!”. Y entonces aparecía una sonrisa en su cara para responderme: “No, Juan-Miguel, yo soy cubano”. Entre ésta y otras anécdotas, ¡cuanto me hizo reír!

Pues sí, mis queridos paisanos y amigos, amén de simpatizantes y lectores, hemos perdido a un ser querido más, pero, por las razones ya expuestas, espero que hayáis sido tan amables de comprender el porqué de este corto escrito.

Seguro que en paz está. Fue un ejemplo para y de nuestro pueblo, como otras personas también lo fueron.

(Foto: Juan-Miguel Montero Barrado)

Valdelageve, solidario con la causa saharaui


Bien es cierto que son ya siete años los transcurridos desde que este gevato marchó a pasar unos días a los campamentos saharauis en plan humanitario, aunque también es indudable que son ya casi el doble los que llevo colaborando con tal fin.

Entre los objetivos y proyectos que nos llevó a un grupo de representantes de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Salamanca a algunos de los poblados durante unos días, solamente quiero mencionar al que a nuestro pueblo y a todas sus gentes respecta, aunque lo adorne contando alguna anécdota. Estos viajes se realizan, por lo general, una vez al año, aun cuando los contactos con ellos sean frecuentes.

El tema que nos interesa comenzó exactamente el 10 de agosto del 2005, día de fiesta en nuestro pueblo,
cuando al final de la celebración de la santa misa dirigí unas palabras a todos los allí presentes contándoles
las inquietudes que llevaba madurando durante algunos años sobre el Pueblo Saharaui y que al final iban a ser cumplidas. La propuesta fue acogida con tanta ilusión que este gevato, sin pensárselo dos veces, se colocó en la puerta de la iglesia con una bolsa de viaje presto a recolectar algún donativo. Esto no acabó ahí, porque después en la calle seguí recibiendo aún más donaciones, hasta juntar la bonita cantidad de 310 euros. Considero que es una cantidad importante, ya que después de la procesión hubo una ofrenda a la Virgen y siempre en estas ocasiones el pueblo suele ser muy generoso.


El día 8 de febrero 2006, a las 12,30, partimos desde la T4 del aeropuerto de Barajas de Madrid 10 miembros de la asociación salmantina, acompañados por Yayia, miembro del Frente Polisario, que es la organización política de los poblados saharahuis. La primera escala fue en Argel, donde nos surgieron los primeros problemas y alguno bastante serio. La llegada a Tindouf, final del trayecto, fue a las 3,30 de la madrugada, donde también padecimos algunas dificultades y contratiempos, que, al fin y a la postre, dados nuestros grandes ánimos e ilusiones, quedaron como simples anécdotas que luego nos sirvieron para que el resto del trayecto, ya por tierra, se hiciese más entretenido.

A la salida del aeropuerto en Tindouf, ciudad argelina,
nos estaban esperando dos vehículos todo-terreno 4x4. Los conductores eran saharauis -¿de donde sino?. Íbamos a sus poblados, aunque estuviesen, como bien saben, en territorio argelino. El trato y comportamiento de los conductores fue desde el principio muy afable, de ahí que nuestro ánimo subiese aun más enteros. Nos colocaron en el interior de los vehículos, y los equipajes y demás bultos en la parte de arriba. Ahora sólo nos quedaba llegar a Tichla, donde nos habían preparado el cuartel general.


El trayecto fue malo de solemnidad. Lo mismo el coche iba sobre piedras que sobre arena y en muchos casos iba dando saltos y meneos debidos a los baches. Me llamó enormemente la atención de cómo el chófer conducía el coche, teniendo en cuenta que no existía ni carretera ni señalización ninguna. Solamente -es mi suponer- se guiaba por las luces del coche, el reflejo de la luna y la situación de las estrellas, que casi seguro le servirían de referencia. El caso es que después de un largo tramo accidentado y con el trasero un tanto machacado llegamos al lugar previsto.

La llegada al poblado de Tichla fue a las 5 de la mañana. La señora Fatimetu, su sobrino Habea -al
que llamábamos Sabio- y su sobrina Habida nos estaban esperando, y nos tenían preparada sobre una mesa baja algunas fuentes llenas de manjares, como, por ejemplo diferentes clases de frutas, dátiles, pastas, etc. para que pudiésemos cenar. Solamente comimos unas pastas y tomamos tres vasos de te. ¿Y por qué tres vasos? ¡Ay, amigos!, esto es un rito y una tradición guiándose en tres pensamientos que es preciso que conozcáis, amén de que sirve para darle un poco más de interés al escrito:


El primero es amargo como la vida.
El segundo, dulce como el amor.
El tercero, suave como la muerte.

Seguidamente preparamos las colchonetas de espuma, nos pusimos los chándales, nos echamos una manta encima y a dormir, que al siguiente día teníamos que madrugar.

Después de levantarnos, la habitación-comedor la dejamos totalmente ordenada. Colocamos las colchonetas según estaban, es decir, en el suelo y alrededor de la habitación, cubriéndolas con unas colchas aterciopeladas de color azul turquesa y encima de éstas unos cojines del mismo paño. En el centro volvimos a poner la mesa con la bandeja llena de frutas y pastas.

Quiero aclarar que es costumbre antes de entrar en la habitación quitarse el calzado y dejarlo en el patio. Estando de tertulia nos sentábamos sobre las colchonetas que rodean la habitación y para comer lo hacíamos con las piernas cruzadas sobre una alfombra extendida.

Para ejecutar los proyectos que llevábamos en cartera, precisábamos unos días, durante los cuales nos movimos siempre con los coches 4x4. Teníamos que visitar otros poblados. Uno, Rabuni, donde se encuentran los ministerios y que en alguno de ellos estuvimos. En las cercanías está el Protocolo, lugar donde están los representantes del Frente
POLISARIO. Smara, el poblado más comercial. Entre estos dos lugares está la Agrupación de Mujeres Saharauis E 27 de Febrero, sede que se mueve con una inquietud indescriptible, pues su idea es formar a las mujeres saharauis en diferentes actividades y que, a decir verdad, lo consiguen. En Ausserd se encuentra un Centro Médico y en las cercanías, el Centro de Disminuidos Psíquicos, del cual nuestra Asociación se hace cargo de todo lo que precise.


Entre estos planes, que íbamos llevando a cabo, tampoco nos faltó tiempo para cumplir con el propósito que llevaba este gevato entre sus manos y que representaba a toda la gente de Valdelageve. Para emplear el dinero donado por todos nosotros, dediqué un tiempo en compañía de otros dos miembros del grupo para localizar a la persona que en Tichla hace las veces de, digamos, alcalde. Era un
hombre mayor, pero que nada más verlo se le notaba una personalidad diferente a cuantos antes habíamos visto y tratado en el poblado. Se le notaba seriedad y sensatez, y, a la vez, se le percibía una serenidad poco común. Estaba en compañía de otra persona de unas características parecidas. Por supuesto, enseguida nos percatamos de sus conocimientos sobre el poblado, amén de las necesidades de las familias. Conversamos, impartimos criterios y, después de llegar a un acuerdo, nos dirigimos a visitar a las dos familias escogidas.


Esta segunda parte resultó mucho más bonita, más
humana y enternecedora. Solamente había que ver la cara y los ojos de cada señora desde el momento en que entramos a visitar a cada una en su casa, por supuesto, y observar cómo sus rostros iban cambiando según íbamos exponiéndolas la causa de nuestra visita.


Ahora solamente nos faltaba hacer entrega de lo acordado y para ello nos dirigimos al poblado de Smara en 2 coches 4x4. Uno era furgoneta, para comprar lo que habíamos convenido con ellas. De verdad que fue otra nueva experiencia para mí ver la forma en que se hizo la compra, visita tras visita y sin faltar el regateo.

Pero fue al siguiente día, al presentamos en cada una
de las casas para hacer la entrega de lo que habíamos convenido y que ellas precisaban, cuando realmente estalló el júbilo y hasta las lágrimas, entre las que se incluían las mías. Lo siento, pero soy una persona muy sensible.


El primer regalo en entregar fue una cabra lechera, que costó 75 €. El segundo, una placa solar, cuyo
coste fue de 235 €. Y con este acto culminamos, en cada una de las casas, aquella idea que nos propusimos llevar a cabo todos los gevatos, no sin antes tomarnos las tres consabidas tazas de té.


Como veréis, mis queridos paisanos, desde ese momento el nombre de nuestro pueblo, Valdelageve, quedó grabado hasta la eternidad en el poblado de Tichla.

Según habéis estado leyendo estas líneas, no os habéis podido percatar de las condiciones en que
viven estas personas, estos seres humanos que fueron expulsados, desalojadas, alejados de su país… Por las fotografías colocadas os daréis cuenta que en los lugares inhóspitos y paupérrimos de la tierra -¡que tierra, si allí no se ve el verde ni en el invierno- donde viven. Además, están en terreno argelino, ya que del suyo se apropió el reino de Marruecos -¡qué vergüenza!- y con el consentimiento del gobierno español que nos regía en aquella época.


Mirad, cuando llegué a mi casa en Salamanca, que eran las 5 de la tarde aproximadamente, yo había dejado un cachito de mi alma y corazón gevato en los poblados saharauis. Al abrazar y besar efusivamente tanto a mi querida esposa, Choni, como a una hija, Ester, que también estaba, las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas, como si una cascada de agua fuese. La tristeza me invadió durante unos días. Pero creedme que después de besar a ambas les dije:
“por favor, no me hagáis preguntas; ya os iré contando poco a poco lo visto y ocurrido durante el viaje y la estancia”.


Bien es cierto que todavía las almas de aquellas personas las tengo metidas, y también clavadas, en lo más profundo de mi corazón y mi mente.
(Fotos. Juan-Miguel Montero Barrado)