sábado, 11 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (y 6)

El paso por Salamanca.

El tramo de la Calzada Romana de Mérida a Astorga hasta Salamanca capital, llamada por los romanos Salmantice o Helmantike, es el que concentra mayor número de restos. De la importancia histórico-cultural que tiene el tramo que pasa por Salamanca da fe que en 1931 fue calificado por como Monumento Nacional (15). Y más recientemente, en 1984, la Junta de Castilla y León ha declarado al tramo de la Vía de la Plata como Bien de Interés Cultural (16).

El tramo de la calzada romana que atraviesa la provincia de Salamanca es de 109 kilómetros, casi la cuarta parte del total de 463 kilómetros. Desde el límite sur de la provincia hasta la llegada a la ciudad están catalogados de 30 a 33 miliarios. Unos están situados en su emplazamiento original o cerca de él, otros lo están en diferentes pueblos cercanos o fincas particulares, y el resto, en lugares desconocidos o desaparecidos.

Para concluir, y al igual que hice con el comienzo de este relato, voy a intentar recrear el itinerario que utilizaría una legión romana en su paso por la capital salmantina a lo largo de sus calles actuales.

Una vez pasado el Puente Romano, subiríamos por la Ribera del Puente, sin olvidarnos que a la derecha está la Cruz de los Ajusticiados, con su pequeño basamento que servía de tajo. Atravesaríamos el arco de Aníbal y giraríamos por la izquierda para subir por la calle Vera Cruz. A la derecha recorreríamos la calle Libreros, para entrar en la plaza de San Isidro. Por la izquierda tomaríamos la calle Compañía, para desviarnos enseguida por la calle Meléndez y desembocar en el Corrillo. Desde éste entraríamos en la Plaza Mayor y saldríamos por el arco de la calle Zamora. Seguiríamos a lo largo de la calle hasta el final, cruzaríamos la Puerta de Zamora y en línea recta nos dirigiríamos por el paseo de Torres Villarroel hasta llegar al acuartelamiento del General Arroquia, conocido popularmente como cuartel de Ingenieros. Desde aquí saldríamos de la ciudad y proseguiríamos por la Calzada camino de Zamora.

De Calzada Romana a Vía de la Plata.

En el tramo hasta Astorga no hay miliarios, pero sí muchos vestigios romanos. Sólo Astorga, ciudad donde finalizaba la Calzada, está llena de grandes muestras de su pasado romano. Y es que, como dijimos al principio, Augusta Asturica, fue una ciudad importante.

La Calzada Romana que iba de Augusta Emerita a Augusta Asturica fue la principal vía de comunicación por el oeste peninsular de norte a sur. Con la llegada de los árabes a la Península a comienzos del siglo VIII el nombre cambió y comenzó a conocerse popularmente por la palabra árabe Balata, Balatha o Al Blatha. Quiere decir camino ancho empedrado y al pronunciarse suena “plata”. Vía, del latín, equivale a camino por el que se transita. De ahí que desde la Edad Media la antigua calzada romana tomase el nombre de Vía de la Plata.

Se sabe que los primeros peregrinos que iban a Santiago de Compostela no llegaron del continente europeo desde el otro lado de los Pirineos, sino desde el sur de la Península. Eran los mozárabes, los cristianos arabizados que vivieron en Al Ándalus, la parte de la Península integrada en el mundo árabe-musulmán. Se sabe de los mozárabes que en distintos momentos o bien huyeron de Al Ándalus o bien se fueron quedando en los territorios conquistados por los reinos cristianos del norte. El escritor árabe Algacel llegó a decir en el año 852 lo siguiente: “son tantos los peregrinos que van a Santiago por la Calzada Occidental, que difícilmente se anda por ella” (17).

También he oído decir que ya en los siglos III y IV, había cierto movimiento de comunidades cristianas en encuentros con las orientales y viceversa.

Mucho se ha escrito y se sigue escribiendo sobre el Camino. Miguel Ramos Romeros ha dicho que “la Ruta de la Plata tiene un corazón de peregrino jacobeo, de buhonero, de trotamundos de pies ligeros, de aceiteros y pimentoneros, de saltimbanquis, de chatarreros y de carbonerillos, de tratantes de ganado, de esquiladores y de castradores de cerdos, de frailes predicadores, de mendigos, de segadores gallegos, de carreteros maragatos, de señores terratenientes y de gentes de malvivir... Un corazón que latió con fuerza hasta el antesdeayer del siglo pasado, en que le vino el relevo con la nueva carretera real y con el nostálgico ferrocarril. Tiene un corazón dormido y usurpado, lleno de telarañas, cubierto con la pátina dorada del tiempo, que se le ha quedado dormido entre las manos” (18). El viejo trazado ha durado hasta apenas menos de un siglo. Hoy está despertando, para poder ser en breve uno de los caminos de senderismo europeo más transitados.

Y para terminar nada mejor que unas palabras de Vicente Sánchez Pablos salidas de su corazón y que transcribo tal cual me las mencionó: “La Calzada Romana tiene un corazón universitario: 22 universidades fueron fundadas con los estatutos de la Universidad de Salamanca y quienes lo hicieron, caminaron por la Calzada Romana. Tiene un corazón de descubrimiento y conquista, pues Colón y luego los conquistadores la usaron para salir y volver, llevando y trayendo”.

Notas finales.

Para finalizar este escrito no tengo más remedio que mencionar a: mí gran hermano Jesús, el cual ha sido el corrector de estilo para que podamos leer el escrito con mayor facilidad.

A Vicente Sánchez Pablos por todos los datos que me ha aportado.

Y, cómo no, a mi queridísima amiga y compañera Ana por su trabajo de escanear las fotos, colocarlas y tener algo más que paciencia.

A todos, por igual, les quedo muy agradecido.

Notas.
(15) Orde del 3 de junio de 1931.
(16) Ley 16/1985. Patrimonio Histórico de Castilla y León.
(17) Entrevista a Alfonso Ramos de Castro, separata del diario El Mundo de Castilla y León, número 38, viernes 16 de julio de 1999.
(18) Miguel Ramor Molero. "La Ruta de la Plata (I)", publicado en el diario Tribuna de Salamanca el 2 de agosto de 1995.

(Fotos: Juan-Miguel Montreo Barrado)



Salamanca, 12 de junio 2008






viernes, 10 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (5)

Camino de Salamanca.

Después de la visita de Fuenterroble de Salvatierra, en el lugar conocido por Fuente Santa o Fuensanta están los restos de un antiguo monasterio franciscano. Desde aquí comenzamos a subir al pico de la Dueña, el más alto de Calzada y en el que se alza la cruz de Santiago, hecha en hierro forjado y con un peso aproximado de 80 kilogramos. Su fuste es de madera, formado por un palo central creosotado y reforzado perimetralmente con otros seis en apretado haz, que representan los siete municipios que colaboraron en la obra. Su autor es Salvador Castellano, peregrino de Zafra. La cruz la colocamos en 1998 los miembros de nuestra Asociación.

Bajamos hasta llegar a la carretera, caminamos en gran parte sobre ella, llegamos a la dehesa de Calzadilla de los Mendigos, lugar de descanso y donde los peregrinos nos abastecemos de agua. Detrás de las casas de la dehesa se puede apreciar un buen trecho del lomo de la calzada romana.

En San Pedro de Rozados entramos en Casa Carmen, un bar en el que dicen que se comen las mejores tortillas de la Calzada y donde hace años tenían un sello muy bonito para las credenciales. En Morille, alternativa del camino y antesala de la entrada en la ciudad de Salamanca, pudimos descansar y dormir en un albergue construido recientemente e inaugurado por nuestra Asociación en 2001. Ahora parece que están a punto de construir otro mayor y con un espacio adicional con el fin de utilizarlo como multiusos.

A la derecha de la carretera desde Aldeatejada hacia Salamanca pudimos apreciar nuevamente el lomo de la calzada romana hasta el terraplén que conforma el paso de la vía del ferrocarril de Portugal, paralelo al arroyo del Zurguén. Los restos fueron salvados de su destrucción gracias a las buenas gestiones de miembros de ACASAN-Vía de la Plata.

Una ruta alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de Rozados.

Lo que voy a contar ahora lo hago como un inciso en mi relato. Ocurrió después de lo que han sido mis caminatas a lo largo de la Calzada, más exactamente el día 19 de abril de 2008. Para ese día organizamos una marcha alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de Rozados, evitando pasar por el pico de la Dueña. La verdad es que fue un “día de perros”, porque llovió mucho. Desde Fuenterroble pasamos por Endrinal de la Sierra, Frades de la Sierra y llegamos al término municipal de Pedrosillo de los Aires.

En la finca de La Dueña de Abajo pudimos ver dos miliarios levantados. Los han colocado en la entrada, a unos 20 metros de la casa, que pertenece a Jesús. En la finca cercana de La Dueña de Arriba, perteneciente a Germán Sánchez Ruipérez, sabemos de la existencia de otros dos miliarios, que están catalogados, pero que no pudimos ver. Tenemos previsto una próxima visita.

Dentro de Pedrosillo de los Aires no pude por menos que acercarme a la dehesa de Castillejo, donde hubo unos fusilamientos al principio de la Guerra Civil. Digo esto porque precisamente estoy realizando desde hace unos meses un trabajo de investigación, a instancias de mi hermano Jesús, sobre un familiar lejano que murió en ese lugar y del que he conseguido saber muchas cosas, como su nombre completo, el lugar y la fecha de nacimiento, o el lugar y el día que le mataron. Para la visita a ese lugar conté con la compañía inestimable del actual Alcalde, Ángel.

Después fuimos a Monterrubio de la Sierra, donde estaba prevista la comida. Y aquí me ocurrió un percance que voy a contar con detalle. Cuando estaba buscando sillas para sentarme, como estaba el suelo mojado, resbalé y perdí el conocimiento. No me enteré de lo que ocurrió después, pero me lo han contado. Estuve atendido por varias peregrinas, entre ellas algunas enfermeras, que intentaron reanimarme dándome agua e incluso comida. La cosa acabó llamando a una ambulancia, que vino a buscarme y me llevó al Hospital Clínico. Después de las exploraciones y radiografías correspondientes, me diagnosticaron una rotura del hueso colles, en la muñeca.

El resto del grupo llegó a San Pedro de Rozados, donde estaba previsto el final de la marcha. En la siguiente que se hizo dos semanas después, en esta ocasión ya hasta Salamanca, se celebró una comida de confraternidad en Miranda de Azán, un pueblo que está muy cerquita de la capital. Como me encontraba bien después del percance, no me perdí ni la compañía de mis amigos ni la de los manjares que nos ofrecieron.

La llegada a Salamanca.

Entramos en Salamanca por el barrio del Arrabal. Lo primero que vi fue la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador o de Roncesvalles, del siglo XII, con mucha tristeza para mí, descubrí que han eliminado el azulejo que había a la izquierda de la puerta de entrada, cuyo hueco está visible. En ese azulejo figuraba el nombre de “Nuestra Señora de Rocamador”.

La fábrica se concluyó en el año 1257 y posteriormente fue atendida por la Cofradía de Nuestra Señora de Rocamador. Como era costumbre de esta cofradía, junto a ella, en la parte izquierda y ya cerca del arroyo del Zurguén, se construyó un albergue-hospital, para atender a los peregrinos que llegaban cansados o heridos después de caminar por el Camino Mozárabe a Santiago, ahora llamado también Vía de la Plata.

La pequeña iglesia ha sido reconstruida en varias ocasiones, principalmente como consecuencia de las crecidas del río Tormes. La mayor de todas fue la del 26 de enero de 1616, día de San Policarpo, y la más reciente, a principios del siglo XX.

Siglos después el albergue-hospital fue convertido en viviendas, hasta hace pocos años, que fue derruido, quedando sólo la iglesia, que actualmente ha quedado rodeada por edificios de nueva construcción, separados de ella por escasos metros. Y lo que tantas veces se ha dicho: el capitalista especula y el dinero es el que manda.

Sobre este asunto he estado haciendo mis averiguaciones, llegando a entrevistarme con Jesús Terradillos, responsable de obras en el obispado. Sin embargo, no ha podido responderme sobre la desaparición del azulejo ni de la imagen de la Virgen, que, según me dijo, no sabía nada de ella.

Según me ha contado una feligresa que ha vivido toda su vida, como buena parte de su familia, en el barrio del Arrabal, al parecer la imagen no era grande y tenía color oscuro. También me aseguró que la iglesia ha estado abandonada y en ruinas durante 56 años, para terminar contándome, con la alegría que la caracterizaba, que por fin el templo fue abierto al culto el día 23 de diciembre del año 2006. ¡Gracias, simpática feligresa y parroquiana!

El día 30 de junio de 2008 fui a visitar al sacerdote Antonio, coadjutor de dicha iglesia, pero mejor es dejarlo en el olvido.

Por fuentes ligadas al Archivo de Salamanca, he obtenido los datos siguientes: la imagen fue vendida por 20.000 pesetas por don Ramón, en aquel entonces sacerdote encargado del templo, a un miembro de la familia Cobaleda, que también era propietario de la Casa de las Muertes. Posteriormente fue revendida por este señor, junto a otras obras de arte que tenía, en Madrid. A partir de ahí se ha perdido toda referencia sobre el paradero de la imagen de Nuestra Señora de Rocamador.

Sí quiero hacer hincapié que, viendo su imagen en el libro Santa María la Real de Sangüesa (11), observo cómo la Virgen tiene en su brazo izquierdo al niño Jesús y en su mano derecha una manzana. También la Virgen tiene apoyados sus pies sobre la luna menguante, como era usual en este tipo de imágenes.

Dado el lamentable estado de la iglesia, el 7 de julio de 1947 comenzó a construirse otra nueva a muy pocos metros de distancia de la antigua. Después de un periodo de tiempo en que quedó paralizada la obra, por fin quedó terminada la iglesia nueva. El día 7 de diciembre de 1959 fueron entregadas las llaves. El momento culmen fue el día 6 de marzo de 1960, que fue inaugurada por el entonces Obispo de la Diócesis de Salamanca Francisco Barbado Viejo.

El nombre que se le dio a la nueva iglesia fue el de Parroquia Santísima Trinidad. Exteriormente lo más llamativo son las dos torres simétricas de su fachada. En el interior lo más sobresaliente es poder contemplar el maravilloso mural pintado en el frontal del altar mayor por el magnífico artista salmantino Genaro de No, conocido tanto nacional como internacionalmente.

Desgraciadamente con el nuevo trazado de carreteras ha quedado aislada, de ahí que no hayan tenido más remedio que remodelar, como antes dije, la iglesia antigua.

Sobre ésta no tengo más remedio que hacer mención a unos fragmentos de un interesantísimo artículo de Jesús Málaga (12):

Pertenecía a la encomienda de San Juan de Barbalos y posiblemente se fundó una vez repoblada Salamanca por Raimundo de Borgoña, en el siglo XII o a principios del siglo XIII. De lo que sí estamos seguros es que reinando Alfonso X la ermita de la virgen de Rocamador era un santuario famoso en el reino, ya que el monarca la cita en su Libro de las Siete Partidas.

El nombre de la Virgen procede de una pequeña localidad francesa, Rocamadour, situada en el departamento de Lot. Esta población conoció en la edad media una abadía dedicada a una imagen negra de Nôtre Dame de Rocamadour, construida, según la leyenda, por un ermitaño servidor de la virgen.

(...) El hospital, situado al lado de la iglesia, atendía a los pobres peregrinos que pasaban por la ciudad a través de la Calzada de la Plata, por el llamado camino Mozárabe a Santiago. De esta ruta, en el tramo cercano al puente romano, solamente nos quedan restos desde Aldeatejada hasta la vía del ferrocarril Salamanca-Fuentes de Oñoro”.

(...) Los peregrinos cristianos que se dirigían a Santiago de Compostela desde el sur de la península, cuando estaba ocupada por los reinos sarracenos, descansaban y eran curados de los males contraídos en el camino en este hospital, cuya fama debió de ser mucha si hacemos caso a los componentes de la cofradía que lo atendía y a la gran cantidad de benefactores atraídos por la milagrosa imagen de la Virgen de Rocamador, venerada en la ermita adjunta al hospital de su mismo nombre.

En los extramuros de la ciudad se ha colocado un miliario reconstruido, marcado con el número CLXXXII, que se supone que fue el último de la Calzada, aunque también hay opiniones e indicios de que en el Corrillo, zona cercana a la Plaza Mayor, existió otro con el número CLXXXIII.

Para entrar en la ciudad hay que salvar el famoso río Tormes por el dignísimo Puente Romano, mandado levantar en el siglo I por el emperador Trajano. Según nos han detallado Rubén Martín Vaquero y Miguel A. Rodríguez García (13), “está construido con sillares al seco y sin argamasa. Las crecidas de 1256, 1275, 1482 y 1499 (entre otras) perjudicaron seriamente su estructura, pero será la avenida del 26 de enero de 1626 (festividad de San Policarpo) la que se llevó una parte de él (diez arcos). Actualmente tiene 176 metros de largo y 26 arcos. Los 15 más próximos a la ciudad son romanos, los otros once fueron construidos en el siglo XVII para reponer los que se llevaron las aguas. En 1833 se derribaron las almenas que tenía la parte romana y el castillete que había en la unión de la parte antigua y nueva. Forma parte del escudo de la ciudad. Los arcos tienen 9,5 metros de luz”.

No hace muchos años pusieron un nuevo piso en el Puente Romano y arreglaron las paredes laterales, pero, siento decirlo, no ha podido ser más denigrante. Se puede ver mortero bastardo color moreno en las paredes y creo que el suelo adoquinado no es lo más apropiado para lo que fue una calzada romana.

Pasado el puente, a unos 200 metros, junto a la muralla y tras pasar la puerta de Aníbal, se puede decir que ya se ha llegado a Salamanca. Según el padre César Morán “el miliario correspondiente a Salamanca tendría el número CLXXX, pero no se conserva ninguno por estas cercanías, a pesar de que hay noticias de tres. Estarán tal vez metidos en una casa o en una obra, y es como si no existiesen” (14).

Nuestra entrada en Salamanca estuvo pletórica de alegría. Era la última etapa de la temporada, y el sol y los kilómetros nos habían ido haciendo mella. El Presidente de la Asociación y director-sacerdote, Blas Rodríguez Bollero, nos llevó hacia la Catedral Nueva. Él mismo y el Deán, como estaba previsto, dijeron una Santa Misa en el mismo Altar Mayor para dar gracias por lo bien que había resultado la marcha. Después de la Comunión, en el momento de silencio que tenemos para dar gracias a Dios, canté un nuevo “Ave María”, esta vez de Gounod, que fue el último de la temporada.

Y terminada la misa, los saludos efusivos y llenos de recuerdos que nos dimos entre todos los peregrinos sirvieron de despedida hasta la siguiente temporada.

Notas

(11) Juan Cruz Labeaga Mendiola. Santa María la Real de Sangüesa. Joya del románico navarro. León, Edilesa, 2000.
(12) Jesús Málaga. "El hospital de la Cofradía de Nuestra Señora Santa María de Rocamador", en la revista Salamanca MÉDICA, número 20, diciembre 2006 y enero 2007.
(13) Rubén D.L. Martín Vaquero y Miguel A, Rodríguez García. Diccionario curioso de Salamanca. Recopilación de textos. Ciudad Rodrigo/Salamanca, Impresión Lletra, 2001.
(14) P. César Morán (agustino). Reseña histórico-artística de la provincia de Salamanca. Valladolid, Universidad de Salamanca, 1946. Edición facsímil de 1982.


(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)

lunes, 6 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (4)

La entrada en la provincia de Salamanca.

La entrada en la provincia de Salamanca la hicimos a través de la Calzada arreglada. Se camina por la izquierda de la carretera N-630, ya en el término de Puerto de Béjar, volvemos a pisar un poco de carretera, para llegar a Casa Adriano, que curiosamente el camino pasa por detrás de ella. Más adelante hay una tapia alta por donde sobresalen algunos árboles. Nos dijeron que era el Coto de Nuestra Señora del Carmen, también conocido como Jardín del Conde. Una señora un tanto arisca nos dejó pasar a unos cuantos peregrinos, pudiendo contemplar el jardín botánico con diversidad de árboles, arbustos, plantas, flores, etc. Vicente nos llevó hasta el primer miliario de la provincia de Salamanca. Se trata de una pieza un tanto extraña. Está hecha de granito y se perciben las tres partes que solían tener las columnas clásicas: la basa, muy ancha y cuadrada; el fuste cilíndrico; y un capitel con una concavidad en la parte superior que me recordó a una especie de florero, pues de vez en cuando los propietarios aprovechan para colocar flores. Según me explicó, posteriormente, Vicente Sánchez Pablos, conocedor del tema, está marcado con el número CXXXII y lo mandó colocar el emperador Constantino, que reinó en la primera mitad del siglo III. También sabemos que está situado cercano a su lugar de origen.

Unos metros más allá del Jardín del Conde, en el cruce que marca la continuación de la Calzada con la carretera de Peñacaballera, vi otro miliario. Es de nueva construcción y le han puesto también el número CXXXII. Hace unos meses ha sido trasladado y colocado dentro de la Calzada.

En el lugar que aparecieron los restos romanos de la Calzada, y sobre una pared de los nuevos puentes, se ha colocado un panel de palastro de unos 20 metros de largo, en el que se ha calado el recorrido de la Calzada, con una forma parecida a una serpiente, y en el que se describe con todo lujo de detalles el itinerario desde Mérida hasta Astorga. Debajo está inscrita la famosa frase que algunos peregrinos conocemos y el anagrama moderno de la Junta de Castilla y León para la Vía de la Plata.






VIA DE LA PLATA
ITER AB EMERITA ASTURICAM

Se puede interpretar de la siguiente manera: la V significa vía; el palo con la estrella en la parte superior, el camino y las estrellas que configuran la constelación del Camino de Santiago, Vía Láctea o cruce de caminos.

Esto es algo que tenemos que agradecer a algunas instituciones, pero sobre todo al incansable Vicente Sánchez Pablos, Presidente Honorífico de nuestra asociación “ACASAN-Vía de la Plata” (8). Sirva esto como ejemplo para que instituciones y asociaciones de otras provincias trabajen denodadamente para que el patrimonio cultural sea respetado. Pese a que se han hecho daños irreparables por personas y empresas sin escrúpulos, de cualquiera de las maneras todavía hay tiempo para salvar algunos tramos en diferentes provincias.

Siguiendo nuestra marcha, iniciamos el descenso, que es muy conocido por los peregrinos que formábamos el grupo. Pero he aquí que me llevé una nueva sorpresa al descubrir otro miliario de nueva construcción con el número CXXXIII. Continué observando los restos que quedan de la calzada romana, entre los que destaca la buena proporción de piedras laterales que hacían de bordillos. Los tramos de acera y de calzada que fui viendo me permitieron transportarme en el tiempo, lo que me produjo mucha emoción.

El recorrido es de gran belleza, discurriendo entre sombras de castaños y robles hasta el famoso puente de origen romano con tres ojos y restaurado en varias ocasiones: el conocido como puente de la Malena, que viene de Magdalena.

Pasado el puente pude observar un miliario más, pero incompleto por estar roto, lo que no quitó que lo mirara con cierta admiración en el pequeño prado en que se encuentra. Hay otro que sirve de jamba a una cancela paralela al río Cuerpo de Hombre, al que llamaban los romanos Corpus Hominis, y que sirve de entrada al corral llamado ahora del Chinato. Se desconoce el número que le corresponde. A unos cien metros vi otro, mandado erigir por Caracalla, emperador romano de los siglos II-III. Se encuentra en magnífico estado y tiene el número CXXXIV. Está ubicado exactamente en el centro del corral del Chinato, conocido con anterioridad como el corral de la viuda de Domingo Muñoz. La inscripción del miliario, según me ha facilitado Vicente Sánchez Pablos, es la que sigue:




IMP.CAESAR.DIVI/
SEPTIMI.SEVERI PII.
ARAB/ ADIAB.PARTHICI.
MAX.BR/ IT.MAX.FIL.DIVI.
MAR.AVR.ANTONINI/
GERM.SARM.NEP.DIVI.
HADRIANI/ ABNEP.DIVI
TRAIANI.PARTHI.CI.ET.
DIVI.NERVAE. AD/ NEP/ M.
AVREL.ANTONINVS.PI/ VS.
FELIX.AVG.PARTH.MAX.
BRIT.MAX.GERM.MAX.PA/
TER. MILITVM.TRIB.POTT
XX/ IMP.III.COS.III.
P. P/PROCOS/ CXXXIIII/

En la fachada del Caserío Sinforiano hay otro fragmento, que posiblemente pudiera tener el número CXXXV. Y en la granja de San Francisco, otro más, al que bien pudiera corresponderle el CXXXVI.

Unos 500 metros aproximadamente más adelante, en el camino y al lado derecho, pude ver otro, que fue llevado en 1993 al Museo Provincial de Salamanca para ser restaurado, siendo devuelto a su anterior emplazamiento dos años después. En este recorrido, también podemos deleitarnos viendo varios tramos de Calzada Romana.

Calzada de Béjar.

A un kilómetro aproximadamente, antes de llegar a Calzada de Béjar, por el lado izquierdo de la carretera, vi otros dos miliarios que estaban a escasos metros uno del otro. El primero se conserva completo, fue mandado erigir por Adriano y está numerado con el CXXXVII. El segundo miliario es un fragmento. Ambos fueron rescatados hace algunos años por los “Amigos del Museo de Salamanca”, subiéndolos desde el fondo del valle hasta el lugar desde donde se supone que habían rodado. Donde se encuentran es el prado de Regajo.

Antes de llegar Calzada de Béjar pude recrearme con las vistas del desfiladero Tranco del Diablo, donde la leyenda dice que perdió su bota. Este paraje está en el curso del río Cuerpo de Hombre. También quiero resaltar que justo en la cuesta antes de entrar en el pueblo hay un tramo que pudiera ser de la calzada romana.

La parada la hicimos finalmente en Calzada de Béjar, un pueblo muy representativo, como refleja su nombre. La ermita del Santo Cristo de la Misericordia es del siglo XVI, recientemente rehabilitada gracias a la labor del párroco Jesús Luengo Galán. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, restaurada por iniciativa del mismo párroco, es del siglo XVII y tiene un hermoso retablo barroco, en el que destaca la Virgen de madera policromada. Aún se conservan por la plaza del pueblo y la calle por donde pasaba la Calzada las casas medievales con las balconeras de madera y las fachadas blancas. En el buen tiempo las macetas se llenan de flores multicolores, que hacen del pueblo un lugar muy hermoso.

Según dicen los vecinos hay tres fuentes romanas. La primera la encontré cerrada con una puertecita metálica. Su nombre es el de San Ignacio de Loyola, pero actualmente la llaman la fuente de Arriba. Años atrás también la llamaban Fuente de los Enamorados, porque dicen que cuando iban las mozas a buscar agua, lo primero que hacían era bañarse en el pilón, que todavía existe, luego cogían los cántaros, que se colocaban al cuadril, y finalmente bajaban contentas, limpias y aun más hermosas con la ilusión de que los mozos las estaban esperando. Algunas tenían novio declarado y otras iban a ver a los mozos que eran de su agrado. La segunda fuente estaba abierta, es de piedra de granito y la llaman del Rebollar. La última es de las mismas características, pero no fui a verla.

A la salida del pueblo, por el lado derecho, hay un tramo de calle porticada. De la última piedra que sujeta la balconada se comenta que bien pudiera ser otro miliario, un poco desfigurado, seguramente para adaptarlo y hacer su actual función.

A pocos metros de la salida, sobre de un pedestal colocado encima del caño que sirve para aliviar la sed de los caminantes, han colocado un peregrino de chapa de hierro pintada de negro que pone debajo y en letras blancas “BUEN CAMINO”.

Metros más arriba del caño, hay un edificio medio derruido del cual dicen, como corrobora Manuel Gómez Moreno (9), que fue un fortín romano. Otras personas, también muy entendidas, lo relacionan con un almacén de nieve o nevero. Yo lo he visto un poco endeble para ser una obra romana.

Siguiendo por la calzada romana, aparecen dos alcantarillas, una a poca distancia de la otra. Y continúo refiriéndome a más miliarios. El primero, muy difícil de localizar, lo encontré en el interior de una tenada, en un lugar muy escondido para ser localizado. Sujeta el techo del local en la parte central a modo de columna. Durante gran parte del año está cubierto por heno empacado. Así me explico las dificultades que tuve para localizarlo, pero, de verdad, me encuentro muy satisfecho.

Unos metros más adelante me fijé en las jambas de las puertas de entrada de un prado, pensando si eran las dos mitades de un miliario. Un poco más adelante y a la derecha del camino, me paré para observar como dentro del prado, llamado Laguna de la Dehesa, había una especie de... ¿miliario?. Tuve que pasar entre unos alambres de espino, algo que ya había experimentado en otras ocasiones, e hice varias fotografías. Según personas más entendidas podría tratarse de un mojón o poste granítico. Creo que sería oportuno el hacer un estudio para averiguarlo.

Al siguiente miliario, que estaba a la derecha del camino, le faltaba el basamento, por lo que dudo que pueda serlo. Después me quedé observando otro no solo por la perfección y belleza que tenía, sino por el buen estado que se encontraba, sin olvidarme del lugar.

Un kilómetro más allá logré ver dos más en el prado de la Ollera. Uno, más grande, donde se ve claramente la letra N, que corresponde a Navalmoral. El otro, más pequeñito, con las letras CX marcadas, pero sin saberse a qué corresponden. Están a dos metros aproximadamente de distancia uno del otro y sobre un mismo basamento. Creo que éste descubrimiento, ha sido para mí de los más impactantes durante el recorrido por la Calzada. Tengo que aclarar que tanto estos dos últimos fragmentos y el anterior miliario, fueron traídos y colocados por la Asociación San Gil en lugares muy próximos al original.

Entre el río Sangusín y Fuenterroble de Salvatierra.

Después de luchar durante mucho tiempo nuestra Asociación de Fuenterroble de Salvatierra ha logrado que se colocase una pontonera para el paso de los peregrinos en el río Sangusín.

Del miliario CXLII, situado junto a dicho río, disponemos de bastante información sobre los avatares sufridos desde 1962. Siguiendo el trabajo de G. Guillani y M. Santonja (10), su ubicación pudo estar junto al cauce del río hasta que en dicha fecha lo trasladaron a Madrid para formar parte de la “Exposición Histórico-Cultural de la Carretera”. Lejos de ser devuelto, quedó colocado en el patio de operaciones de los Nuevos Ministerios de la capital, donde ha permanecido hasta febrero de 2006, en que se volvió a colocar en su lugar de origen.

Debo aclarar que después de llevarse el original colocaron una réplica de cemento. Al volver a reinstalar el original se hizo mal, pues está a la derecha de la calzada romana, donde nunca lo ponían los romanos. Con el debido respeto, deben darnos una explicación quienes sean responsables de ello.

Voy a detenerme un poco en el miliario a modo de ilustración sobre las características que tenían. Para ello seguiré utilizando la información de los anteriores autores. Atendiendo a sus dimensiones, la altura total es de 2’345 metros; la del fuste, de 1’85; el diámetro tiene 0’545; la circunferencia, 1’715; y la basa mide 0’49 por 0’58.

La inscripción se ve mal en sus dos primeras líneas por efecto de la erosión, pero también ha sido dañada por intervenciones posteriores. Se han añadido en la parte superior las letras P y V, y en la inferior, V S, aunque estas últimas no afectan a la inscripción. Se sabe que el miliar fue utilizado durante un tiempo como delimitación de los términos municipales de Peromingo, Valverde de Valdelacasa y Valdefuentes de Sangusín, correspondiendo las letras a las iniciales de cada municipio.

Entre el río Sangusín y el pueblo Valverde de Valdelacasa localicé el miliario CXLIII, que además está marcado con una gran V en la parte superior, lo que indica que está en la linde de Valverde de Valdelacasa. Se encuentra entre una pared de piedras de granito, unas zarzas y una alambrada de espino, dentro de un prado llamado Fusillo. Las fotografías que he hecho han resultado bonitas. La importancia de este miliario está en que señala la mitad de la distancia de la calzada romana de Mérida a Astorga y por todos los indicios está en su lugar original.

A cien metros de Valverde de Valdelacasa, y antes de pasar un puentecillo, al lado izquierdo, se encuentra otra fuente, llamada del Chapato. Desde el principio creí que podía ser romana y por mis averiguaciones posteriores, parece ser positivo. Pero ahí queda. En el mismo pueblo, en el jardín de la casa de Leoncio García García, sita en la calle las Campanas, número 13, hay otro fragmento de miliario, que está tumbado a la derecha según se entra en el jardín. El hombre, muy amable, me dijo que estaba dispuesto a entregarlo en el momento que se lo solicitaran.

El número CXLVIII se encuentra incompleto y a la derecha del camino, fue repuesto en el año 1993 por nuestra Asociación. Está a unos 50 metros de la fuente de la Calera, también de origen romano y de la que también podemos saciarnos de agua para mitigar la sed acumulada en el camino. A pocos metros de ella hemos construido una choza y plantado unos árboles autóctonos pensando en las inclemencias del tiempo. Exactamente el 5 de agosto de 2006, en homenaje al equipo salmantino de baloncesto femenino Avenida, que estuvo presente en el acto, plantamos diferentes especies de árboles con el nombre de cada jugadora. Son jóvenes que nos han dado muchas alegrías, al haber sido en varias ocasiones campeonas de la liga y copas españolas. En febrero de 2008 se plantaron más árboles, esta vez por un grupo de alumnos del Colegio de los Maristas de Salamanca. Este trabajo sirve para que los peregrinos podamos hacer un alto en el camino, que en tantas ocasiones es necesario, y poder así descansar.

Siguiendo con nuestros miliarios, hay otro fragmento en las cercanías de Fuenterroble de Salvatierra, colocado en un lugar adecuado para salvar una parte importante de la Calzada. Espero que limpien un poco la zona, porque a quien no conozca su ubicación le resultará difícil localizarlo.

Entramos en Fuenterroble de Salvatierra y vimos enseguida el albergue construido por el Páter y Presidente de nuestra Asociación Blas Rodríguez Boyero, conocido en todo el mundo entero. Los peregrinos son atendidos de tal manera que, por donde pasen, el nombre de Blas lo llevan en su mente. Además es un hombre muy dedicado a todo que lo conlleve el nombre de Camino Mozárabe de Santiago o Vía de la Plata.

Después de haber pisado tanto tiempo la Calzada solamente he visto un parque temático al aire libre, que es el que está en el mismo pueblo. Se encuentra a la derecha de la iglesia parroquial Santa María la Blanca, del siglo XVIII. En el parque, los peregrinos y visitantes podemos conocer mediante paneles las fases por las que pasó durante su construcción, pisar in situ la reproducción de un tramo de la calzada, la elaboración de la misma pasando por las diferentes fases y ver la reproducción de un miliario.

Notas

(8) Su página web es www.viadelaplata-fuenterroble.com; y su correo elecrónico, aviaplata@terra.es
(9) Manuel Gómez Moreno. Provincia de Salamanca. Valencia, Gráficas Soler, 1967.
(10) G. Gillani y M. Santonja. Arqueología de la Vía de la Plata. Béjar, Ediciones de la Fundación Premysa, 1971.

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)

sábado, 4 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (3)

Camino de Cáparra.

En la marcha desde Galisteo a Cáparra pasamos por Aldehuela de Jerte, situado a 5 kilómetros. Poco tengo que contar de esta localidad, ya que lo único que hicimos fue sellar la credencial, en la que aparece impreso “Iglesia parroquial de San Blas”.

La llegada a Carcaboso fue muy distinta. Junto a la iglesia del pueblo, dedicada a Santiago y recién restaurada, están colocados, de izquierda de a derecha, los miliarios números CIII y CII. Son de la época de Trajano y están muy bien conservados. Fue una delicia poder recrearme mirándolos durante un tiempo. Detrás hay otros fragmentos, aunque se dice que no pertenecen a la época romana. A la derecha y sobre la pared están pintados varios miliarios, que describo a continuación, según su ubicación de izquierda a derecha: el primero, el número CIII, con una inscripción; el segundo, sin número y marcado sólo con una inscripción; el tercero, sin señal alguna; y el cuarto, con la inscripción en su parte superior, y con la marca de las letras P D y el número CII debajo, en su parte inferior.

Lo que más me llamó la atención fue ver pegados en las dos esquinas delanteras de la iglesia otros dos miliarios con el mismo número, el CIII. Cierto, pero es posible que alguno repetido sea posterior, realizado por quién restituyó, o reparó la calzada.

Bajé a la plaza a ver otro miliario y cuál fue mi sorpresa que no había ninguno. Pregunté por él y una persona muy simpática me contestó que estuvo colocado allí, pero que alguien del pueblo lo cogió y lo metió en el patio de su casa. Insistí en mis preguntas, por si podía darme más pistas, y me dijo que vivía en las cercanías de la plaza, pero que no me podía dar más datos. Terminó diciéndome que en todo caso el tal personaje no me lo iba a enseñar. Se lo agradecí y continué el camino.

Dejando Carcaboso, caminamos en dirección a la Dehesa de Ventaquemada. Antes de saltar la primera de las paredes por las que nos cruzamos me encontré con otro fragmento de miliario y curiosamente marcado otra vez con el CIII. Pensé para mis adentros si es que habían parido varios miliarios con ese número. Posible porque la calzada fue reparada y reconstruida varias veces. También pude ver que otro que estaba a su lado había desaparecido. No hace falta ser muy listo para sacar como conclusión que lo que estaba marcado era el lugar donde se encontraba originalmente, pues la tierra estaba limpia, sin que hubiera salido nada de hierba, que es la alfombra verde que íbamos pisando.

Después de saltar la pared, junto a ella, vi otros dos miliarios, también caídos y haciendo un ángulo. No pude ver la numeración. Hasta Ventaquemada tuvimos que saltar un total de cinco paredes, lo que hizo que la etapa se hiciera un poco más dura, pero a la vez más alegre por las risas producidas con las ocurrencias que tenía cada peregrino.

A unos seis kilómetros de Ventaquemada está el hermoso pueblo de Oliva de Plasencia, el cual tampoco visitamos, pero que no tengo más remedio que mencionarlo. En la calle Enrollado, junto al Colegio de San Miguel, hay un miliario muy bien conservado. Está incrustado en unos peñascos y sujeto con cemento. Está numerado con el CXII y, como en él consta, fue mandado erigir por Adriano, emperador nacido en Hispalis (Sevilla) que reinó a principios del siglo II. En un patio del antiguo palacio de los Condes de Oliva, sito en la calle Pozo Lirón, hay otro miliario sin numerar y es un tanto extraño. Es más estrecho de lo normal y algo más alto. Las frases en latín cinceladas las han repasado con alquitrán. En las cercanías de la iglesia parroquial se pueden ver fragmentos de los basamentos de más miliarios y otros restos romanos (4).

Ya en Ventaquemada solicitamos agua y de paso nos quedamos a comer, aunque yo me dirigí enseguida al Arco de Cáparra. Tengo la costumbre de hacer estas cosas en solitario, pues hay momentos en que necesito pensar, caminar en paz e ir a mi ritmo. En este caso, como conocía muy bien el terreno, el tramo se me hizo corto: los 6 kilómetros los recorrí en 62 minutos. El piso era una alfombra verde, atravesé tres regatos saltando pontones y caminé entre las sombras de algunas encinas y muchos alcornoques. Hacia la derecha pude ver fincas hermosas con bastantes reses pastando. La hierba estaba muy fresca y crecida, pues no en vano por ella pasan varios regatos, que son los que tuve que cruzar. Al llegar al final pasé delante de la entrada de la dehesa llamada Casablanca, que pertenece a la familia de mi amiga Pilar.

En la Capara romana.

Llegando a Cáparra pronto cambió el entorno natural, sobre todo al tomar contacto visual con las ruinas. El enlosado de la calzada romana es magnífico, lo que es digno de una foto. No pude hacerla, pero la venganza será terrible. El final de la vía llegaba hasta el famosísimo Arco de Cáparra, de la ciudad romana de Capara. En ella estuvo situada otra mansio y la existencia de un arco de triunfo nos da una idea de la importancia que tuvo que tener en su época. Se sabe que fue citada por el escritor y militar romano del siglo I Plinio el Viejo.

Pasado el Arco, me encontré con el miliario CX. Mi emoción fue muy grande e indescriptible, algo que solamente pocas personas podemos apreciar, ya que la mayoría no se fija o desconoce que correspondía con las 110 millas que había desde Augusta Emerita hasta Capara. El miliario se ha reconstruido en cemento con adornos e inscripciones romanas. En su parte inferior figura el número que le corresponde. El color con que lo han pintado puede ser el salmón. La pintura es prudente y para mí está lograda.

La Asociación “Alba Plata” se merece aquí un sobresaliente, no así en otros puntos, que están dejados de la mano de Dios. Espero que poco a poco vayan mejorando para definir de una vez por todas lo que fue la calzada romana. Y no sólo en Extremadura, sino en todas las provincias por las que discurre. No hay que olvidar que los yacimientos romanos están cogiendo cada vez más auge, de ahí que los visitantes y peregrinos que por allí pasamos nos detengamos algo más para poder ilustrarnos. A pesar de la cantidad de gente que pasa por el Centro de Interpretación de Cáparra, todavía no tienen un sello para poder estamparlo en las credenciales. ¡Hay que ser dejados!

En el Centro de Interpretación me trataron con una exquisitez poco normal. Después de esperar a que llegase el grupo, nos sentamos en una sala en la que proyectaron el documental “Una visita virtual por Cáparra”, donde se explica minuciosamente lo que fue la ciudad. Me quedé extrañado al oír que el Arco era tetrápilo (4 pilares), una palabra que escuché por primera vez. En otras ocasiones me habían dicho que era cuadriforme e incluso en un libro leí el nombre de cuadrifronte. Sobre la población de esta ciudad tan impresionante no puedo recordar el número exacto y la fuente, pero he leído en algún libro que llegó a superar los cinco mil habitantes.

Aldeanueva del Camino.

De Cáparra a Aldeanueva del Camino no hay mucho que destacar, amén de la hermosa naturaleza y la risa que nos pasamos al saltar algunos regatos, viendo cómo varios peregrinos resbalaban y no sólo se mojaban las botas, sino que el agua penetraba en ellas. La entrada en Aldeanueva, sin embargo, recibe a todos los peregrinos con un llamativo y hermoso azulejo colocado de frente y a la izquierda, por la avenida de las Olivas por donde pasaba la Calzada. Nos informa sobre el trayecto por el que hemos caminado y el nombre de las ciudades desde Mérida. La Calzada atraviesa por el medio de la localidad.

Desde el comienzo de la avenida de las Olivas, por donde pasa la calzada, nuestro guía y amigo Julio García Arroyo se brindó a acompañarnos. En su magnífica casa nos estampó las credenciales, el sello más bonito de todos cuantos tenemos de momento. Con él proseguimos por la avenida, donde casualmente tengo a tres familias amigas. La cuarta vive en las proximidades. Hacia la mitad aproximadamente pudimos ver al lado derecho lo que fue el antiguo hospital para peregrinos. Casi al final, en el lado izquierdo, pasamos por el Albergue, un edificio nuevo no muy grande, pero con una construcción muy bonita, llamativa y muy completa. En la fachada hay un bonito azulejo, bien visible, donde figura el nombre de “ALBERGUE”, y otros azulejos. En el dintel de la puerta ha grabado la inscripción “SANTIAGO DEL CAMINO”, con una concha peregrina esculpida al principio y al fin de la frase. Todo esto, junto con los diferentes azulejos del pueblo, ha sido hecho por el propio Julio García Arroyo.

En la plaza del Mercado pude deleitarme con la belleza de sus balconadas, engalanadas por macetas con sus hermosas flores, y con el color blanco de sus limpias fachadas, que contrastaban con el verdor de su arboleda. Seguidamente entramos en el famoso café-bar Español, donde aprovechamos para asearnos un poquillo, pedir la bebida, sacar las viandas y ponernos a comer.

Después del descanso merecido fuimos a ver con ganas, en el centro del pueblo, la garganta Buitrera. En la entrada del puente, posiblemente de origen romano, vi colocado a la derecha el segundo azulejo.

Después entramos en la plaza del Humilladero, donde se encuentra el Ayuntamiento, y de la que salen dos calles. En la de la izquierda, llamada Severiano Maside, se encuentra la parroquia de Nuestra Señora del Olmo, de la que puedo presumir haber llevado en andas sobre mi hombro unos años antes la imagen de la Virgen. Julio nos mostró las bellezas de su interior, entre las que se encuentra el mural pintado por él mismo. Situado en uno de los ángulos del templo, es una recreación del estilo románico y en el que se representan escenas de las tribus de Israel y de la vida de Jesús.

En el paseo por las calles vinos azulejos con sus nombres y sus alusivos dibujos. De vuelta a la plaza del Humilladero tomamos la calle de la derecha, llamada de la Plata, por donde sigue pasando la calzada romana. Los peregrinos, y no sé el motivo, pasan por la calle Severiano Maside, lo que quiere decir que la calle de la Plata tendrá que ser señalizada. La salida del pueblo nos despidió con otro azulejo, esta vez en la izquierda de la calle.

Según el propio Julio nos cuenta en una obra reciente suya (5), durante varios siglos hubo dos pueblos separados precisamente por la calle de la Plata. La parte de arriba se conocía como Casas de Aldeanueva, y pertenecía a la diócesis de Plasencia y al ducado de los Zúñiga. Y la de abajo se llamaba Aldeanueva del Camino, perteneciente a la diócesis de Coria y al ducado de Alba. La unión de los dos pueblos se produjo en 1845. Como anécdota graciosa se dice que Aldeanueva es el pueblo de las tres mentiras, pues ni es aldea, ni es nueva, ni está en el camino.

Y para terminar no puedo por menos que transcribir la poesía que con tanto amor escribió el gran poeta castellano-extremeño José Mª Gabriel y Galán:


Aldeanueva del Camino,
qué bonita debes ser,
si como tienes la cara,
tienes el alma también.
Aldeanueva del Camino,
te quiero desde que sé
que como tienes la cara,
tienes el alma también.

Baños de Montemayor.

Quinientos metros antes de entrar en Baños de Montemayor estuve comiendo con mis amigos Julio García Arroyo y José-Antonio Matías sobre un pequeño y coquetón puente romano, llamado del Cubo. La calma del lugar, el sonido del agua de la pequeña cascada que teníamos al lado y la emoción de estar juntos hicieron que nos comiéramos los bocadillos, y nos intercambiamos trozos, con ilusión y alegría.

El nombre de Baños de Montemayor tiene su origen en los baños de aguas termales con fama de curativas. Fue la localidad de Banienses, que derivaba de la palabra latina banium. Se conservan restos de la época romana, si bien algunos han sido restaurados para ser usados nuevamente. Las aguas utilizadas proceden de dos manantiales subterráneos, llamados Columna y Arqueta, que se encuentran debajo del antiguo balneario. Hay otra parte en la que han situado las salas destinadas al museo, donde pudimos ver muchos vestigios de la época romana. En un gesto que honra a los propietarios, pudimos darnos un baño, para luego visitar el museo. Este privilegio se debió a la labor de nuestros compañeros Alfredo y Bene. En el pueblo existe además un magnífico Centro de Interpretación, que también visitamos.

La patrona del pueblo es Santa Rosa de Lima, cuya conmemoración se celebra el día 23 de agosto de cada año. Al parecer, su padre, Gaspar Flores, era natural de Montemayor del Río, pero tanto los habitantes de este pueblo como los de Baños se han disputado el lugar de su nacimiento. Se sabe que en el siglo XVI Baños era una pedanía de Montemayor del Río, lo que puede aclarar la disputa. En ese siglo don Gastar marchó a América y en Lima concibió junto a una nativa una hija, nacida el año 1586 y a la que pusieron el nombre de Isabel de Flores. Ésta, años después, ingresó en la Comunidad Religiosa Terciaria Dominicana, donde permaneció hasta el día de su muerte en la misma Lima en 1617. Fue canonizada en 1671.

Durante el tiempo que tuvimos libre, yo lo aproveché para subir por la carretera N-630, junto a mi amigo Julio, hasta el restaurante El Solitario, a tan sólo 2 ó 3 kilómetros. Allí pudimos recrearnos con un fragmento de miliario, sito en la parte exterior y que lleva el mismo nombre que el restaurante. Parece ser que fue encontrado entre unos escombros y está marcado con el número CXXXI. Según nos cuenta el mismo Julio en su libro sobre el valle del Ambroz (6), se tiene conocimiento de él desde el siglo XVII y puede leerse, además de su número, la palabra “RESTITV” y las letras “E CO”. Según me han dicho, su ubicación inicial podría haber estado más arriba de Baños de Montemayor, ya dentro de la provincia de Salamanca, pero, claro, no existe certeza de ello.

Nuevamente en Baños nos reagrupamos y comenzamos a caminar por la reconstruida Calzada, pasamos por un bonito crucero para llegar a una fuente, desde donde pude deleitarme contemplando el hermoso valle. Se puede leer en varias publicaciones (7) que en el límite de las provincias de Cáceres y Salamanca hay una alcantarilla romana, aunque yo no he sido todavía capaz de verla. Pero creedme, que en su momento lograré localizarla y fotografiarla. Mientras tanto me conformo con las fotos que me ha enviado Julio.

Notas

(4) Esta información me la han facilitado mi amigo el doctor Jacinto García García, don Julio García Arroyo, de Aldeanueva del Camino, y otros vecinos.
(5) Julio García Arroyo. Aldeanueva del Camino. Historia paralela. Hervás, Gráficas Hervás, 2000.
(6) Julio García Arroyo. Valle del Ambroz. Bóvedas. Hervás, Gráficas Hervás, 2008.
(7) Una de ellas es la última referida de Julio García Arroyo.

(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)

viernes, 3 de febrero de 2012

La calzada romana llamada Vía de la Plata (2)

Nuestra llegada a Mérida.

En el supuesto de que una legión romana quisiera ir hacia el norte desde Mérida, comenzaría su camino desde la milla 0, a la que he aludido antes. Iría por la hoy llamada calle de Santa Julia, pasaría debajo del Arco de Trajano (que, se supone, pudo ser una puerta de entrada a la ciudad), seguiría por la plaza de la Constitución y las calles Almendralejo y del Calvario, para entrar por el puente del río Albarregas, desde donde se podría contemplar perfectamente, y a la vez deleitar, el acueducto de los Milagros. Seguidamente comenzaría a subir por la hoy llamada avenida Vía de la Plata, cruzando la ronda de Los Eméritos, para continuar en línea recta por la avenida de Las Palmeras y seguir ya por la Calzada campo a través.

Los peregrinos de la Asociación “Amigos del Camino de Santiago-Vía de la Plata de Fuenterroble de Salvatierra” de Salamanca, de la que formo parte, comenzamos nuestro recorrido recreando en parte los lugares por donde pasarían las legiones romanas. Nuestra marcha resultó sumamente interesante. ¿Por qué? Porque teníamos la idea muy clara de hacer primero el trayecto de la calzada romana hasta Astorga, para luego retroceder hasta la Granja de Moreruela, en la provincia Zamora, y continuar caminando por el camino Sayagués hasta llegar a Santiago de Compostela.

Antes de iniciar el recorrido desde Mérida fuimos a visitar a nuestro amigo Ángel Texeira, presidente del Centro Iniciativo de Mérida (Oficina de Gestión Alba Plata), para que nos sellara las credenciales correspondientes. Finalizado el trámite, don Ángel, dada su bondad, nos invitó y acompañó a visitar el Museo Nacional de Arte Romano, procurando que nuestros conocimientos fuesen más claros, fructíferos y amplios. Terminada la visita, y después de darle nuestras más efusivas gracias, comenzamos a cumplir el objetivo que teníamos marcado.

El inicio del camino por tierras extremeñas.

La primera maravilla que vimos, caminados seis kilómetros, fue el pantano romano de Proserpina, al que ya he aludido. Después llegamos a Aljucén, donde hicimos la primera parada y nos dio tiempo a visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, con portada renacentista. Una vez dentro tuve que cantar el “Ave María” de Schubert. Visitando el pueblo nos acercamos a ver un museo de figuras hechas con hierro y madera por un lugareño, que es, por cierto, muy curioso. En la parte de arriba están colocados dos arados antiguos y repartidas por sus calles están colocadas algunas de sus obras representativas. Hay una que recuerdo muy bien y es una chapa pintada de color gris oscuro, imitando un pergamino, que está perforada con la siguiente frase:



Camino de Santiago
Vía de la Plata
Km. 740 Aljucén

En el trecho hasta Alcuéscar el recorrido, si mal no recuerdo, fue casi sin sombras. Podíamos ver a los lados de los caminos algunos árboles, matas y, sobre todo jaras. Está en mi mente que al llegar a la Cruz de San Juan aprovechamos para sacar algunas fotos los que llevábamos máquinas. Unas quedaron fantásticas, aunque a otras les cortaron la cruz y si se descuidan, en alguna nos hubieran cortado hasta la cabeza.

Ya en Alcuéscar me llamó mucho la atención por su gran trabajo la Congregación de María y de los Pobres. Cuidan de una forma muy especial a personas con deficiencias psíquicas y acogen con mucho cariño a los peregrinos, como hicieron con nosotros. El pueblo es muy bonito por sus calles y casas señoriales. La gran parroquia de la Asunción se encuentra en lo más alto del pueblo. Su estilo es gótico-renacentista, construida entre finales del siglo XV y finales del XVII sobre una antigua iglesia románica. En el interior, como es muy normal, dada la belleza de la iglesia y a petición de los peregrinos, canté el “El Milagro de la Virgen” de Mariano Pina Domínguez y Ruperto Chapí. Las dos mayordomas que se encontraban en la sacristía salieron atraídas por la música y me rogaron que repitiera la canción. Quedaron tan entusiasmadas, que aplaudieron llenas de emoción y con buenas palabras se lamentaron no tener un aparato para haberlo grabado.

A tres o cuatro kilómetros se encuentra la basílica visigoda de Santa Lucía del Trampal, que recomiendo a todos los peregrinos que puedan se acerquen a visitarla. Nosotros, por circunstancias, nos quedamos con ganas, pero... Yo al menos me conformo con las fotografías que tengo, tanto las anteriores a ser renovada, como en el estado actual que se encuentra.

Como anécdota les diré que fue el pueblo donde trabajó como médico mi querido amigo don José Almeida Corrales. Allí conoció a doña María del Rosario, Charo, una joven hermosa y muy simpática, con la que, pasado un tiempo, contrajo matrimonio. Trabajó mucho. En algunos casos, durante las veinticuatro horas del día y en muchos casos, desinteresadamente, de ahí que los vecinos le cogieran tal cariño, que pusieron su nombre a una de las calles.

Continuando por el camino, y justo antes de entrar en Casas de Don Antonio, atravesamos por un puente medieval de verdadera belleza que cruza el río Ayuela. Ya en el pueblo, la antigua mansio de Ad Sorores, existe un rollo, que los vecinos lo datan del siglo XV ó del XVI. En su parte superior se pueden apreciar los cuatro ganchos desde donde dicen que se colgaba a los reos. Por la calle Real pasaba la Calzada.

Pasado el pueblo en dirección a Aldea del Cano, a 1 kilómetro aproximadamente, nos encontramos el miliario XVII. Está formando parte de una pared de piedras de cantería y a la derecha de la Calzada. A no mucha distancia hay otro, con el número XVIII, que es de máximo interés. Lo llaman el “miliario correo” o “miliario del cartero”. Tiene un hueco hecho ex profeso, donde en otros tiempos el cartero dejaba la correspondencia del cercano cortijo de Santiago de Bencaliz. Según algunas versiones está enclavado en su verdadero sitio.

Desde ahí, en uno o dos kilómetros, cruzamos el puente de Santiago, de origen romano, que atraviesa el regato con su mismo nombre. Un poco más adelante cruzamos la carretera N-630 y, antes de llegar a la dehesa de la Atalaya, me detuve para ver el miliario XXX. Más adelante hice lo mismo con el XXXI y metros más allá con un fragmento del... ¿XXXII?

Medio kilómetro antes de entrar en el pueblo de Valdesalor atravesamos el puente romano, llamado de la Mocha, y que, de verdad, en el año 2002 no estaba en muy buenas condiciones. Pero al menos nos sirvió para pasar el río Salor. En 2008 ya está restaurado.

En Cáceres.

Por fin llegamos y entramos en la ciudad de Cáceres, por donde caminamos hasta la Plaza Mayor. Dimos una vuelta por ella, nos sentamos en una terraza y tomamos un refresco. Al ver en las escaleras de enfrente a un grupo de peregrinos, nos acercamos a saludarlos y acabamos comiéndonos el bocadillo juntos. Lo cierto es que eran las escaleras que suben al Arco de la Estrella, donde estuvimos un rato en paz y buena armonía.

Posteriormente nos reagrupamos para visitar la parte antigua de la ciudad, aunque, bien es verdad, acabamos formando grupos. Cosa normal, pues cada uno tenía una forma de pensar y de interpretar el arte. Por mi parte lo que más recuerdo fue la entrada en la plaza de Santa María, viendo un edificio oficial de frente, anteriormente llamado Palacio del Mayorazgo y que hoy pertenece a Caja Extremadura. A la izquierda estaba el palacio de los Golfines, del siglo XVI y estilo gótico-plateresco. Me fijé en una crestería del estilo que tanto tenemos en Salamanca y luego en el lateral de la torre. Como anécdota, se dice que los Golfines fueron unos bandidos medievales, de ahí el sobrenombre familiar.

También me llamó la atención la concatedral de Santa María, de los siglos XV-XVI y que, por cierto, tiene diferentes estilos. El tiempo del que disponíamos era corto y no pude fijarme en muchos detalles. Subiendo las escaleras de la plaza de San Jorge, cuyo santo me dijeron que era el patrón de la ciudad, nos encontramos con la iglesia que lleva el mismo nombre. Más adelante tuvimos la suerte de dar con la Casa de las Veletas, que en su sótano se conservan aún los aljibes de la época árabe-musulmana y que realmente es la parte más impactante.

Desde allí saltamos a la plaza de San Mateo, donde tuvimos la suerte de descubrir un Jesucristo Crucificado pegado a la pared y que en la parte superior tenía un tejadillo para cubrirlo de las lluvias. La pared pertenece al convento de San Pablo, habitado por las Clarisas, monjas de clausura. Lástima que el Cristo no tenga nombre, como me dijeron posteriormente las monjitas al llamarlas por teléfono. Haciendo mis indagaciones, me han informado que puede ser gótico-renacentista, de la segunda mitad del siglo XV.

En la Oficina de Turismo de la Junta nos sellaron las credenciales. Luego paseamos por más calles, fijándonos en sus puntos más interesantes, todos ellos de gran belleza. Tengo grabada en mi mente una calle larga, estrecha y con poca claridad en la que, según iban subiendo los edificios, sus paredes se iban estrechando. En la parte alta pude ver un arco pequeñito, que me hizo recordar a las antiguas calles árabes, donde, para que no se junten unas casas con otras, tienen puestos unos ladrillos.

Finalmente volvimos a la iglesia de Santiago. Si al comienzo del recorrido lo primero que hicimos fue acercarnos a ella para que el párroco nos sellase las credenciales, por las maniobras que vimos sospechamos, con casi seguridad, que no nos quiso atender. La iglesia estaba abierta y pudimos visitarla. Al salir nos despedimos del pequeño peregrinillo esculpido sobre la puerta principal, llamada también de los Peregrinos. Tiempo después un amigo cacereño, el doctor José-Ramón González Muñiz, me envió un correo electrónico en el que me decía: es una iglesia de estilo románico-gótico, construida entre los siglos XII y mediados del XVI.

A tres kilómetros aproximadamente, se encuentra un yacimiento de grandes dimensiones, lo que se cree que fue la antigua ciudad romana, conocida como Castra Caecilia, hoy conocida por Cáceres el Viejo y se corresponde con lo que fue la ubicación primero de un campamento militar romano y luego de la ciudad. Según algunos historiadores se cree que fue fundada en el año 80 a. C. por el jefe militar Cecilio Metelo, de donde derivaría el nombre romano. Al no estar en el camino, no pudimos verla, pero creo que es interesante al menos conocer que existe.

El nombre actual de Cáceres procede del árabe kazris, que puede muy bien ser una derivación del latino castris. El Cáceres monumental que hoy conocemos comenzó a levantarse en la época árabe, a partir del siglo X. En el XII se construyó una muralla para defenderla de los ataques desde el reino de León y en 1229 el rey Alfonso IX acabó conquistándola. Desde entonces se fue configurando todo lo que es hoy la parte histórica.

En el entorno del río Tajo, el Tagus romano.

En una nueva etapa, saliendo desde la plaza de toros de Cáceres, el primer pueblo que nos encontramos fue Casar de Cáceres, en el que, según me dijeron, por la calle principal pasaba la Calzada. Allí sellamos las credenciales, compramos la famosa tarta de queso y fuimos a ver la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, que creo que es del siglo XV. En una plaza adornada de plantas, árboles y palmeras hicimos un alto para comer un bocadillo, pues necesitábamos fuerzas para seguir el camino.

Recorridos 8 kilómetros aproximadamente desde el Casar, nos encontramos con dos fragmentos de miliarios. Fijándome bien, me di cuenta que habían sido colocados recientemente, pues se notaba que la tierra que les rodeaba estaba todavía blanda y la hierba no había hecho su aparición. Lo más curioso es que la distancia de uno al otro era solamente de unos cuantos metros y además estaban colocados a la derecha, algo que resulta inverosímil. Comencé a caminar pensativo, cuando, pasados pocos kilómetros, me encontré con varios miliarios divididos en dos montones, cada uno de cinco o seis. Lo llamé cementerio de miliarios. Tras mis averiguaciones posteriores su nombre exacto es Lomo de la Plata y me dijeron que no eran miliarios, pero sí el lugar donde se hacían los verdaderos. Posteriormente, fijándome en las fotografías que tengo, observé que ninguno estaba cincelado ni marcado y, es más, tampoco tenían al final la forma cuadrada, que era la que en gran parte quedaba enterrada.

El final de la etapa fue en el reculaje del río Tajo, un lugar muy apropiado para ello. A este río los romanos le llamaron Tagus. Cuando hay poca agua se puede ver perfectamente la torre de los Floripes, del siglo XV, que estaba antes de cruzar el río, y también los restos de lo que fuera el pueblo de Alconétar. Hoy todo ha quedado cubierto por las aguas y dentro de ellas lo que quedaba de la mansio de Turmulus. Mejor suerte han corrido las ruinas de su puente romano, que pudieron salvarse al ser trasladadas y reconstruidas hacia el cauce del río Sapo, en la otra orilla del embalse. Puede verse en el inicio de la subida hacia el pueblo de Cañaveral.

Fue desde el pantano de Alcántara desde donde iniciamos la siguiente marcha. Primero lo hicimos por la carretera N-630, cruzando por los puentes del río Almonte y Tajo, éste último, en las cercanías del Club Náutico. Después cruzamos la carretera y retomamos la marcha por una vereda. Casi todo este tramo del camino lo hicimos entre jaras y encinas. Antes de llegar a Cañaveral pasamos por un puente medieval, llamado de San Benito, y cruzamos después la carretera para reagruparnos alrededor de la iglesia de Santa Marina, de los siglos XIV y XV. En este pueblo comimos.

Seguidamente nos salimos de la Calzada y atrochando por el monte entre árboles y arbustos llegamos al convento franciscano de El Palancar, fundado por San Pedro de Alcántara en el siglo XVI. Yo creo, según lo que he leído, que es el monasterio más pequeño del mundo, pues sólo tiene 72 m2. Además de sus dependencias, tirene una capilla muy bonita y un claustro de madera muy curioso. Merece la pena visitarlo. Yo lo he hecho varias veces.

La etapa finalizó en Grimaldo, un pueblo que conserva un castillo con su torre y dentro de él un miliario, del cual no puedo dar detalles. En la siguiente marcha gran parte del camino lo hicimos entre encinas y alcornoques, casi siempre pisando una alfombra verde y de fresca hierba. En la parte final del trayecto pasamos junto al pantano del Boquerón y cruzamos su aliviadero, no sin llevarnos unos cuantos sustos viendo en qué piedra podíamos pisar por si se movía o estaba fija, porque, de confundirnos, el chapuzón estaba asegurado. Gracias a Dios todo quedó en risas. La primera vez que lo hicimos, yo fui el primero en quitarme las botas y remangarme los pantalones, pues soy muy amigo del agua.

En la llegada a Galisteo, donde estuvo situada la mansio de Rusticiana, cominos, para luego despistarme, caminar solito, como es mi costumbre, y poder saborear la villa. En ella vi la muralla almohade de los siglos XII-XIII, construida con cantos de río; la iglesia parroquial, con un hermoso ábside mudéjar; la torre del Homenaje o la Picota, como popularmente la llaman; y la Silla de la Reina, con una vista panorámica excelente, y el Rollo, detrás, donde ajusticiaban al reo cortándole la cabeza. Estas dos últimas cosas están trabajadas con granito. Finalmente, al visitar la iglesia parroquial y ante la petición de los peregrinos, volví a cantar, aunque esta vez lo hice con la “Plegaria” de Álvarez.


(Fotos: Juan-Miguel Montero Barrado)